Vamos a descubrir la verdad sobre los algunos mitos sobre el desayuno.
Hay varios argumentos a favor y en contra. Por ejemplo, comer por la mañana ayuda a activar el metabolismo. Lo que importa más a la hora de perder peso es todo lo que consumes. Si quemas más calorías de las que ingieres, perderás peso. Es por eso de la importancia de hacer ejercicios.
Hay muchos estudios sobre este tema. Según algunos estudios, empezar el día sin haber desayunado se asocia a ganar más peso. Pero esto no significa que vayas a engordar si te saltas el desayuno, porque si haces tus otras comidas adecuadamente y haces ejercicios a diario, vas a estar bien.
Otro estudio indico que la gente que desayuna a diario tiene una vida más sana. Pero eso tampoco significa que desayunar te vaya a proteger de la obesidad, por ejemplo, quizás tu desayuno este lleno de azúcar y las demás comidas sean procesadas y no haces ejercicios. Así que hay que tener mucho cuidado con esto.
El café no te va a robar toda el agua del cuerpo. Obvio todo en exceso siempre hará daño al cuerpo. Pero No hay razón para que te tengas que saltar tu taza de café por la mañana. Aun así, es una buena idea que te tomes un vaso de agua con cada taza de café que consumas. El problema del café no es el café, es el exceso de azúcar y todo lo extra que se le añadimos.
Si, La proteína, uno de los tres macronutrientes esenciales y juega un papel crucial en la alimentación y aumenta la sensación de saciedad.
¡Pero ojo! El desayuno no debería consistir sólo de ingredientes altos en proteína. Opta por un equilibrio saludable: los alimentos altos en fibra, por ejemplo, esos también son importantes.
Si te saltas esas tostadas o esos huevos por la mañana, lo más probable es que durante el resto del día vayas a tener hambre. La gente suele comer más en la comida porque tienen más hambre. Sin embargo, algunos investigadores han descubierto que en realidad no influye: Porque algunas personas solían comer de la misma forma a lo largo del día, con o sin desayuno. Por lo tanto, saltarse el desayuno no tiene por qué llevarte a comer en exceso.
Hay veces que, aunque hayas desayunado por la mañana, llega la hora de la comida y ya tienes muchísima hambre. Y hay veces que te saltas el desayuno y no te entra el hambre hasta muchas horas después.
La explicación es que tu cuerpo está acostumbrado a una rutina. El estómago es un órgano elástico. Si te acostumbras a comer en grandes cantidades, el estómago se acostumbrará a recibir mucho contenido. Esto quiere decir que tendrás hambre más rápidamente si estás con el estómago vacío durante mucho tiempo. Por eso es importante hacer las meriendas. Si te entra mucha hambre entre estas comidas, prueba a tomar un puñado de nueces.
Decidas desayunar o no, lo importante es que escuches a tu cuerpo y tengas tu meta personal en mente. Si ya te rugen las tripas cuando sales de la cama, deberías darle a tu cuerpo la energía que te está pidiendo. Pero tampoco te fuerces a comer por la mañana si te sientes con el estómago cerrado. Come cuando tengas hambre y para de comer cuando ya sientas que te has saciado.
Escucha a tu cuerpo. El te habla lo que pasa es que nosotros lo ignoramos.